29 de octubre de 2009

Bebiendo tiempo

Tras recordar algunas palabras de aquel manual de persecución de nubes elijo tomarme un tiempo. Bebo el tiempo del vaso conocido y propio porque lo merezco y se como saborearlo, diluirlo o espesarlo... observar su goteo frente a mis ojos. Tomarse el tiempo para ser.
Mi cabeza un poco nublada (por las nubes y no el gris) deja escapar destellos de palabras con sus juegos y efectos. Es inevitable sonreír.
Es evidente entonces que soy y me estoy tomando el tiempo para serlo... porque puedo y debo. Esta locura del olvidarse del ser por el hacer y de no saber hacer siendo; de encontrarse haciendo mientras se es calladamente con anhelos de estruendo. Basta.
Lo que no soy será desechado, lo que no hago con esta fuerza de esencia no tendrá valor. Ya no.

Los viajes de mi barco de papel me han mareado un poco, cierto... pero no lo suficiente como para perder el rumbo. Talvez no soy buen marinero al no guiarme por estrellas, nortes y brújulas aunque las admire y quiera; aunque admita su maravilla, belleza y utilidad. Prefiero seguir nubes y fijar el rumbo en sus curvas y sombras. En su promesa de calidez envolvente de sueños esponjados. A donde llegue sera bueno mientras mis ojos sean abiertos.