6 de enero de 2014

Recuerdo tu mano en mi espalda y sonrío. Habíamos bebido demasiada lluvia de estrellas, hablado y cantado como hacía tanto. Ahora había silencio y tu mano en mi espalda. ¿Era energía o era calor? Quizás conexión hasta los poros. ¡Cuánta inocencia podría caber en una cama, si los seres que la habitan confían en el instante! ¿Es posible ser así, ingenuo e inocente por un momento en que te quedas sin historia?

Soñador, la nuestra es larga. Nuestros tiempos hacen garigoles que a veces se esquivan y aun así… tu mano en mi espalda como promesa de otra noche, otro viaje y otro baile. Sonrío y espero que sigamos cumpliendo las más vacías promesas, como las que sólo nosotros sabemos hacer.