27 de junio de 2014

Que nadie entienda, ni nosotros.
Que se haga maraña la arteria que une el saludo con el latir. Un camino revuelto, lleno de curvas y sin un solo retorno.
Que se caigan en cenizas los puentes momentáneos entre ojos, que nadie más vea ni pueda estudiar o cruzar. Este es un diálogo en binomio, el código escondido sin intención de ser secreto.
Vacíos los espacios de respuesta tras preguntas gritonas, yo al final de la línea que marcan algunos dedos señaladores imaginarios o terrenales. Punto rojo en pared ajena como visitante demasiado instalado que a veces se siente intruso. De blanco puede ser la noche: mis ojos juiciosos y mi garganta doblada, traje que bien podría ser de luto.

Que cuestionen y queden con dudas. Bienvenidos los recelos ignorantes sin maldad. Atrapo una voz repentina y oportuna al fondo de la taza de café. No entiendo ni me hace falta. 

14 de junio de 2014

Insistí.

Te invité porque tus ojos eran míos justo así y no estaba lista para perdelos. Insistï porque era de noche como yo de costumbre lo soy, porque viste que mi respirar era marea tranquila a pesar de la luna y de ti. Dentro una tormenta y fuera calma, me dijiste perfecta porque los peros son ligeros. Te invité porque se que no querías irte, porque mis ojos te pesaban y nunca habiamos estado así. Hacía falta tanto de lo que sigo sin saber pedir pero ahi estabas, en duelo, lo vi. Insistí sin espera de amanecer, con terquedad de extender un instante. Qué mas da una noche, llena o vacía, si es ese el preludio, tus ojos en los míos y mi tormenta que no ves. Todo es bruma y no importa si hay naufragio, si hay despertar en tacto repentino y sin nombre, si hay aroma de rutina sin tedio, si hay aun lucha entre silencios. Casi incapaz y aun valiente, tengo miedo de ser de nuevo avalancha, y aun asi. Tus ojos eran mios, no estaba lista para perderlos. Te invité y buenos días.

10 de junio de 2014

Cuando buscas mi mano la nada que somos se vuelve todo.

Buscas mi mano.
Cuando nadie ve ni debería eliges el tacto del tacto.
Mientras nos sumergimos en el otro te aferras y entrelazas tus dedos quizás para sentir como yo me sostengo también de este breve respiro que nos tragamos mutuamente.
Buscas mi mano y mis yemas le dan permiso a mi cuerpo de bailar más deprisa sobre el tuyo.
En mi mano la tuya desaparece en este apretón de instinto: este trato se sudores y gemidos entregados, regalados y huérfanos.
Buscas mi mano y cuando te has ido aun queda tu espacio entre mis huecos.