Cuando nadie ve ni debería eliges el tacto del tacto.
Mientras nos sumergimos en el otro te aferras y entrelazas tus dedos quizás para sentir como yo me sostengo también de este breve respiro que nos tragamos mutuamente.
Buscas mi mano y mis yemas le dan permiso a mi cuerpo de bailar más deprisa sobre el tuyo.
En mi mano la tuya desaparece en este apretón de instinto: este trato se sudores y gemidos entregados, regalados y huérfanos.
Buscas mi mano y cuando te has ido aun queda tu espacio entre mis huecos.
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