27 de mayo de 2016

¿Cuántos versos caben en tu nuevo jarrón?
Si no florecen, secos se cuajan
o se vuelven polvo
para que respires y en tu lengua
nazca una memoria
de un beso amargo
que quizás fue mío.

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La sirena no respira
no la dejes
no la dejes
Otra vez perdió el camino
sea ahoga cada escama
no la dejes
no la dejes
que se hunda en otro abismo
que no sea el de unos ojos
no le quites madrugadas
La sirena perdió el canto
y la luz de la mañana.

Naufragio

Veo la curva línea
veo cómo empuja al navío
se revuelven los grises en tormenta
la tierra acecha
su duro filo
ataca y contrae
Cual cachorro esconde las velas
ahoga su salado llanto
Esa ola confundida
que lo arrebata y eleva.
Vuela y muere ya no hay mástil
El timón está perdido
Roja espuma es el olvido.

Velorio

Ardores de ojos y poros.
Las pupilas ceden.
La piel sabe más y grita
que la han dejado sola.
Cierra esos ataúdes:
no hay llorantes.
Viento frío que es también daga.
Llévate los cuerpos:
ya no sirven
ni sudan.
Esos poros están muertos.

Noche

Un cabo mínimo que rompe atrevido cualquier noche
para ahogar los oscurecidos pestañeos.
No hay luna ni farola amiga
que se atreva a romper un momento.
No hay risa de niño cantor
ni ave mañanera.
Noche cueva.
Todo calla.
Y este año no hay sereno.

Trenza

Tristezas recogidas en una trenza
para que no se noten
Acaso un alto peinado las presuma
No
Quisieran correr como en riachuelos cantarinos
Lavarse de los azules
Viajar los lirios
Pero aprieta y enmudece
Rondan pesadillas
que los ojos no recuerden
Otra vuelta
aprieta
cruje.
Otro giro a la trenza
No hay flores en el arreglo.