17 de diciembre de 2010

"No te olvides de mí. Ni de llamarme cuando necesites un poco de color en medio de una ciudad gris."

Fue su única petición tras una estación de magia y pasos prohibidos dados con la culpa sobre los hombros. No tenía derecho a nada más y lo supo desde un principio. Su derecho casi inexistente se limitaba a un pedacito de memoria aun más pequeño que ella y aun mas ligero que los miles de silencios que florecieron entre aquellos pares de ojos.

Se cortaron las voces y se alejaron las manos, miradas y pies. Las manecillas gritaron aunque ellos parecieron no escuchar. Había que poner atención a otras cosas, a ruidos más importantes, a luces que tenían prioridad en el reflejo de sus pupilas.

La voz de ella estuvo vacía mucho tiempo... tanto tiempo como su cabeza estuvo llena de esa historia de sombreros de duendes y hojas bailarinas en un parque singular. La voz de él comprometida, entregada, bien dada y construida.

Estaciones sin magia, estaciones tornasol. Fríos y calores, días y noches, viajes y encuentros. Reencuentros maravillosos. El tiempo pasó.

Hace poco los timbres de las voces cantaron de nuevo en oídos mutuos y quizá ligeramente anhelados. La madurez se escucha y siente en las sonrisas invisibles tras una conversación telefónica sorpresiva. Desde entonces hay más tranquilidad y ella recuerda su única petición. Espera que no se olvide de ella y de esa estación maravillosa, que siga siendo un poco elefante y recuerde que si lo necesita, hay colores de sobra para llenar las nubes sobre sus cercanas cabezas.

7 de diciembre de 2010

¿Cómo no iba a quedarse?

Porque cómo no iba a quedarse, si aquella era su pequeña (...). Eh dime.

Cómo no iba a quedarse todas las veces que le hicieran falta,
con lo que la quería el.

Todas las veces terminan por acabarse. Las gotas del fregadero no son infinitas, ni las arenas en un extremo del reloj. Y se fueron volando por la ventana esos momentos de locura tierna, de encanto-entrega. Algunas ganas y besos se escurrieron bajo las puertas.

No todas las veces, no todas... A veces incluso bien pocas. Del siempre a la excepción y de la excepción al casi nunca hay brincos pequeños, mínimos y que se salvan sin esfuerzo.

Se preguntó alguna vez si pasa igual, si pasa lo mismo. Si ella también fallaba o dejaba pasar. Intentó leerlo en las ventanas como antes pero hacía tiempo que por práctica ya no la dejaban mirar. Tal vez si de nuevo pudiera hablar, hablar de fondo, hablar en dos se sorprendería cantando. Quizás una pausa en la fuerza, un momento de flaqueza de esos que no sabe ya decir y que le parecen tan tontos pudiera rellenar las grietas. ¿Sería posible acaso?

La esperanza de la sorpresa no muere... y así la sentencia a la tristeza sigue perpetua. No es Paulette aunque las galletas también sean le parezcan o mejor del mundo. Tampoco se hace ovillo en una cama y hace tiempo que lo niña se le escapa.

Ella pensó: ¿Cómo no iba a quedarse?¿Cómo no iba a llegar? No llegó ni se quedó tampoco.

Ya no sabe parar de caer en el intento de recordar como volar.

¿Quién es Paullette?: http://daracatscully.blogspot.com/2010/12/solia-pescar-resfriados-adrede-para-que.html