15 de julio de 2014

Teníamos una rutina mundialista.
Preparábamos los partidos desde días antes, apuntándolos en todos los calendarios, pero siempre el día anterior se decidía la sede.
Casi siempre era su casa porque cumplía con los requisitos mínimos y máximos, porque podíamos ver el fútbol sobre un colchón maldito y revuelto, sin sábana para las primeras fechas.

Teníamos una rutina mundialista, porque antes del mundial no teníamos nada.
Se fue haciendo obvio que de todas las opciones de compañía para ver el Mundial esa era la mejor combinación, con sus complicaciones y todo.
Casi siempre en porras opuestas, como los polos que fuimos, como el ying y el yang, como órbitas mutuas frente a un juego y un evento que seguro en cuatro años no compartirán.
Tuvimos la costumbre de criticar al comentarista, especialmente si era extranjero.

Vimos partidos narrados en ruso, argentino y español. A veces en pose de película, a veces en pose de tribuna gritando al árbitro.

Pocos disfrutan tanto un medio tiempo, que a veces quisieran alargar entre caricias y vaivenes, cuando el estar cerca se hacía demasiado pesado y había que quemarlo, explotarlo con besos, humedades y gemidos.
Para terminar y continuar en porras contrarias.

Teníamos una rutina mundialista, pero no vimos juntos la final. 

2 de julio de 2014

Juego de Quimeras

Vienes a prenderme fuego ansia inquisidora, a quemarme sin sentenciarme al cadalso.
Arde mi cama.
Éter inestable, amenaza destructora, orgasmo explosivo.
Préndeme fuego testigo de mi magia
 y andar en llamas de camas
 y pasos
 y bocas
 y piernas.
Especialmente en ojos.
Flamable inflambable soy calcinable.
Calores y sudores frente a tu estoica máscara.
Ésta lengua es el medio por eso le temes.
Yo tu pecado y tu mi tentación así, danzante de las brasas.
Tu juego que incinera.
Prendan hogueras, mi carne quemada es menos frágil.

http://www.youtube.com/watch?v=C7fuMvsXrIk&feature=kp