A ella, que le encanta jugar y la aventura de portarse mal, que canta a
gritos sin sonido y que ha hablado con libélulas. A ella, que le es mas
fácil estar descalza, que elige sonreir y que sabe aprovechar los días
nublados. A ella que aun persigue mariposas y guarda las flores que
escaparon de algún tronco entre los libros.
A ella le pides que se arregle el
vestido y procure peinarse, que se mantenga en su sitio y huya del
escándalo... A ella que nunca ha sido más que lo que sabe ser, le pides que
pode sus ramas y estaciones.
Ella que aprendió a jugar contigo porque contigo le gusta portarse mal: a ella la dejaste sin ti y sin juegos.