23 de marzo de 2012

Hay silencio y también alarido. Aparente calma sobre la tormenta que se esconde.
Ha pasado demasiado tiempo escondiendo el anhelo, ignorando las ausencias, callando.
En un revoloteo de páginas que se esculpieron en días de eterna juventud todo quedó regado, expuesto y aun sin descubrir. Hay que respirar, aprender a andar de nuevo, pero ya no sabe cerrar los oídos a las sabias palabras de poeta.

Muere lentamente quien...

¿Cuanto tiempo se puede permanecer apagado? ¿Dejará la luciérnaga de intentar salir del frasco? ¿Será acaso el colibrí domesticado?

Supongo que todos tienen un Octubre al que quisieran volver.

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