30 de noviembre de 2009

Sé tocar la puerta a mis fantasmas... El ritmo adecuado para que se despierten levemente y dejen su eco en los rincones. Me gusta jugar con estos aires de pasado y presente. Ser incontrolable mar, inconstante consciente.
Me gusta recordar y recordarme, añorar y añorarme de la forma mas saludable... como se sonreír siempre. Seguir dando pasos como me gusta, con un pie bien puesto en la nube y el otro quizás en tierra firme. Dejar un cabo suelto tras tanto nudo para talvez deshacerlo, talvez enredarlo más.
Soy así blanco y negro con las tonalidades de grises de enmedio, la luna nueva que solo anuncia el menguar siguiente para los cuartos crecientes de otrora, para las oscuridades totales o luces de este estío tan singular y nuevo.
A veces ando de puntillas y con extremo cuidado, por miedo al ruido de esas voces que se guardan en las orillas oscuras de mi estado despierto. Otras veces no me importa que ciertas notas y aromas me despierten esos estados particulares con etiquetas de otro tiempo... y con ellos sus habitantes rondadores. Sé tocarles la puerta... el retumbar de la madera y el crujir y el rechinido del casi olvido que no dejo dormir porque me gusta saber que soy y que fui para poder preveer lo que seré... y garantizar que me guste.

1 comentario:

Pionero dijo...

Como si de pronto, invisible, como la soledad desviste las palabras, como el juego del pasado y presente desatara la memoria secreta de la piel y los ojos que socumben a la infinita desnudez que en el viento habita, que se yo, pero sucede, hay instantes antes de abrir los ojos entre la noche y el dia, despertamos en el sueño y abrimos los ojos al futuro, para garantizar que nos guste..

te amo...