16 de noviembre de 2011

El silencio y la quietud también despiertan. El eco de la falta de movimiento es la causa del cosquilleo en las plantas de los pies. Ansia de correr, anhelo de vuelo. Demasiado miedo al nuevo sabor del mundo, que junto a esa mano y ese hombro podría parecer simple y sepia.

Las hojas han jugado otra vez con los destellos mientras la ciudad gris se aleja, orgullosa en su mejor estación. ¿Dónde cabrá entonces este temor, si es que hay que esconderlo?

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