24 de octubre de 2013

De Marco.

Juegos de fuego, fuegos de piel.
El un pirata en busca eterna de un tesoro, yo, una isla demasiado lejana y acostumbrada a tener sólo al mar por compañero. Así mareas fueron las que nos unieron, nadamos demasiado juntos, nos dejamos llevar con demasiado ruido. Verás, yo lo envolví con mis piernas pensando en el presente y el me tomó, como a una nube pensando en otro tiempo, otros días que ya nunca llegaron. Así lo maté cuando dejé de sentir el sabor salado de sus labios, cuando me volví inmune al baile de su lengua, cuando sus dedos y aliento se quedaron congelados aunque gritaran frente a mi. Cuánto calor había habido en ese espacio mínimo que se deja entre miradas. Esas brasas quemaron y consumieron, hicieron un espectáculo digno, cual galeón que arde antes de alcanzar a naufragar en ninguna costa.

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