14 de febrero de 2014

Caminamos demasiado cautelosos. No hablamos del peligro pero está sobre nosotros y a veces es imposible ignorarlo: callo. 
Pienso lo que quiero decir y elijo el silencio.
Para disfrutar a veces uno se tiene que hacer el tonto.
A eso juego y quiero creer que jugamos: a hacernos tontos y no admitir los momentos, las miradas y los pensamientos que nos dedicamos. No, no es cuestión de sentir porque hemos hecho un pacto en silencio de no hacerlo, no aceptarlo y esconderlo entre el peligro que es que nuestras pieles se conozcan tan bien tan pronto, que los calores se llamen a través de distancias, imágenes y recuerdos porque quieren unirse de nuevo en fuego... en fuego con el que estamos jugando y lo sabemos. 

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