25 de marzo de 2014

Con el alza del precio de limones ya no me alcanza para mandarte cartas de tinta invisible.

Malditos precios nadadores o voladores.
¿Quién les dijo que me importaba si suben o bajan?
Enterrados o en la estratósfera deberían de tenerme sin cuidado.
Los números del tiempo también atacan. Dicen que quizás estoy en el entronque en que el pasado y el futuro se equilibran.
He ignorado los tic tacs y ellos siguen contando.
Cuentan que hay que hacer cuentas y planes y compras y pagos.
Arma mortal de pregunta de si alcanza.
Mi estatura limitada acostumbrada a no alcanzar.
¡Qué me importa! ¿Quién dijo que debo preocuparme?
Vete a revolotear billete.
Húndete al fondo monedita (no tienes que ser de oro para que todos te anhelen).
Pero confieso: me preocupa. El sabor a ahogarse es terrible.
Malabareo y disimulo. Números, tiempos, miradas.
Que nadie sepa. Que no se note. Poder seguir diciendo que sí voy, que si quiero, que si puedo.
Cara de Poker y no tengo ni un par.

Tal vez mañana sí me salga algún as.

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