28 de marzo de 2014

Las ondas sonoras hacen zurcos en mi sangre. Mis yemas por dentro recuerdan otros espamos involuntarios. Oscuridad entre estrobos deslumbrantes.
Mecerse entre multitudes. Gritar como si estuvieras solo, extender la voz que ansía cielo porque el piso es duro y las horas se han ido amarrando a los pies.

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